sábado, 5 de enero de 2013

El cementerio de barcos


 La que tenía prevista fuese la última entrada del 2012 ha acabado convirtiéndose, por diversos problemas que me han acuciado últimamente, en la primera del 2013. Bueno, no hay mal que por bien no venga, ya que mi intención era cerrar el año con una novela importante del 2012 pero tampoco pasa nada por reseñarla la primera del nuevo año.

Bacigalupi vuelve a sumergirnos en el post-apocalíptico mundo de La chica mecánica (o eso creo), pero esta vez retratando una zona diferente, lo que otrora fuera el golfo de México donde, merced al calentamiento global, las aguas han subido lo suficiente como para inundar las ciudades.

En esta ocasión nos encontraremos con Nailer y Pima (entre otros). Dos muchachos que viven en la playa. En una zona donde tras las inundaciones, las ciudades han quedado sumergidas, creando arrecifes artificiales donde los barcos quedan encallados con facilidad. Esto, unido a la escasez de combustibles fósiles ha ocasionado el que en dicha zona se hayan creado cuadrillas especiales cuya única misión y forma de supervivencia, es la obtención de utensilios de dichos barcos con el fin de venderlos a las grandes multinacionales. Cobre, plomo, hierro, chatarra en general y, muy ocasionalmente, algo de petróleo son las mercaderías que los permite seguir viviendo.
Sin embargo, la suerte los sorprenderá al descubrir un barco. Un veloz clipper con un gran botín que los haría ricos, si no fuese por la muchacha aún viva a bordo del barco. Es el momento de jugárselo todo: si la matan se harán ricos, si la dejan vivir y la ayudan a regresar con los suyos, les esperará una aventura por delante que, quizás, consiga salvarlos de la mísera vida diaria.

Estamos de nuevo en el distópico futuro de su anterior novela pero en una zona distinta del planeta. La costa del golfo de México. Una zona muchos más pobre que la anterior y donde se aprecian diferencias significativas. Aquí no veremos neoseres, ni ningún tipo de tecnología superior. No oiremos hablar de ninguna de las compañías alimentarias que controlan el mundo. Parecemos estar en un lugar diferente, donde se ha producido un cataclismo y la gente lucha por sobrevivir recogiendo chatarra para vender a otras multinacionales, o vendiendo su propia sangre a cambio de algo de dinero, y con una evolución de las drogas líquidas a la que es fácil ceder cuando estás al límite.
No veremos grandes ciudades, sino chabolas en medio de una playa. No oiremos hablar de religiones, de grupos organizados, ni de espionaje industrial; tan sólo de personas corrientes y molientes que compiten entre ellos mismos para sobrevivir. Donde nadie cuida de nadie y siempre gana el más fuerte.
No veremos energía motriz humana para mover mecanismos, sino que veremos barcos que se desplazan a gran velocidad, de barcos encallados con bolsas almacenadas de petróleo y de trenes de alta velocidad y, al respecto he de decir, que me ha resultado confuso teniendo en cuenta que nos encontramos en un mundo con los combustibles fósiles prácticamente agotados. es lógico entender que las pocas reservas disponibles estén en posesión de grandes empresas pero no me ha resultado demasiado creíble.

Estamos ante una novela más ágil que la anterior. Con una lectura más asequible, tal vez con un cariz más juvenil. Sin los parones que producían la política y la complejidad global de La chica mecánica (LCM a partir de ahora). Una lectura más ágil digo, pero en mi opinión, la de Bacigalupi es una narrativa lenta. Como me sucedió con LCM, me dio la impresión de que al leer a Bacigalupi, las escenas transcurren despacio, parece no suceder nada, de tal modo que te mantienes alerta, pendiente del momento en que se desencadene la acción. Una acción, como tal, que es potente en su concepto, pero descafeinada en narrativa pues también transcurre sosegadamente por efectista que hubiera podido ser con otro autor. Parece como si Bacigalupi dosificase palabras y escenas para que queden grabadas en la mente no como un rápido flash, sino como un escenario de 360 grados. Aquello de ver el bosque a través de los árboles.
Pero es que, en realidad, dicha acción es toda la novela. Cada detalle próximo a los personajes o lejano en la geografía, completa una serie de datos que consiguen crear una imagen clara del mundo y sus interrelaciones, por lo que el mero hecho de respirar un día más, se convierte en un acto heroico. Y es este uno de los aspectos que más me gusta de Paolo Bacigalupi: su creatividad al definir un mundo distópico de forma tan realista y creíble, pues creanme que lo es; pero también el hecho de querer transmitir una idea en sus novelas. Ideas que son capaces de despertar sentimientos y otras ideas en cadena, que se despliegan cual racimo y nos permiten ver el conjunto como algo grande, opresivo, fatal, plausible y muy original.

Los personajes de la novela resultan menos complejos que en LCM pero están bien desarrollados y aportan un punto de ética, supervivencia, y violencia necesarias para hacer que el lento conjunto esté bien engrasado sobre el personaje único y demoledor que es la ambientación. Tal vez chirría un poco algunos de los momentos del propio Nailer. Quiero decir que es muy creíble tener sentimientos tan encontrados entre la moral personal y el propio instinto de supervivencia, así como entre este último y las relaciones familiares cuando la vida es tan dura, pero hay algún momento donde, pese a resultar creíble, no me ha parecido bien desarrollado y me ha costado entrar en la mente del protagonista de modo convincente.

En general el cementerio de barcos es una novela bastante alejada, en cuanto a estética y trama, de LCM. El ambiente de industrialización, hambruna y religión queda aquí sustituido por la lucha por sobrevivir y por lejanas empresas casi legendarias. Y el sentido policíaco-persecutorio de LCM queda aquí minorizado por una huida en tren en la que "los malos" simplemente aparecen en destino, y por una persecución en barco que no me ha convencido en cuanto a abordajes se refiere.
Aun así es patente el claro mensaje ecologista y de crítica política y social de la novela.

En definitiva, es una buena novela que gustará si gustó la anterior, pero no si lo que se busca es adrenalina o un mayor pesimismo al tratarse de una distopía.
Por mi parte, me encanta el futuro ideado por Bacigalupi y continuaré leyéndolo siempre que pueda.
Esperemos que su colección de relatos Pump six & other stories no tarde demasiado en ser publicado en castellano.

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